sábado, 11 de septiembre de 2010

Rusia reanuda los lanzamientos del misil intercontinentales Bulavá


Rusia reanuda esta semana los lanzamientos del misil balístico intercontinental P3 3M30 Bulavá (Maza), diseñado para burlar el escudo antimisiles de los Estados Unidos y destinado a ser una de las armas más temibles del arsenal nuclear de este país durante las próximas décadas. El orgullo de la Armada rusa está en juego, ya que ésta se vio obligada a suspender los ensayos en diciembre de 2009 tras continuos fallos que dejaron en muy mal lugar las promesas de rearme realizadas por el Kremlin.

El Bulavá, que tiene un alcance de 8.000 kilómetros, será lanzado entre el 9 y 11 de septiembre desde el submarino nuclear "Dmitri Donskói", que estará previsiblemente en posición de inmersión, desde el mar Blanco. El objetivo es un polígono militar situado en la península de Kamchatka. En caso de éxito, la Armada efectuaría varios ensayos más en lo que queda de año, con el fin de confirmar la fiabilidad del misil. Sea como sea, los Bulavá no entrarán a formar parte del arsenal estratégico ruso hasta la segunda mitad de 2011 ó 2012.

"El Bulavá no vuela", tituló la prensa rusa tras el último lanzamiento fallido. Y es que la Armada únicamente ha confirmado cinco ensayos exitosos de los doce efectuados, porcentaje que roza el ridículo y que obligó a aplazar indefinidamente la producción en serie de los misiles. La conclusión de la comisión que creó el ministerio de Defensa para investigar las causas de los fallos y dirimir responsabilidades es que los constructores utilizaron, por razones que se desconocen, materiales diferentes a los que figuraban en el plan maestro. Esas piezas defectuosas y los fallos en el montaje habrían sido el origen de los problemas. Es por ello por lo que el misil cambiaba de trayectoria una y otra vez en la tercera fase de vuelo con combustible líquido, tras lo que indefectiblemente se autodestruía.

Los fallos le costaron el puesto a Yuri Solomonov, director general del Instituto Termotecnológico de Moscú, quien diseñó el Bulavá y los misiles intercontinentales Tópol, de emplazamiento terrestre y un alcance de 10.000 kilómetros. La Armada rusa defendió siempre a capa y espada la viabilidad de los Bulavá, aunque los argumentos no convencieron a nadie. "Nada funciona a la primera", aseguró Oleg Burtsev, segundo jefe del Estado Mayor de la Armada. Mientras, el ministro de Defensa, Anatoli Serdiukov, el primer titular civil de esa cartera, tambien salió al paso de las críticas: "No renunciaremos a los Bulavá. Sea como sea, volarán".

Lo que está en juego es el proyecto 955, código "Borey", que contempla la construcción en esta década de ocho submarinos nucleares para portar los Bulavá, en lo que el ministerio de Defensa ha invertido en los últimos años el 40 por ciento de su presupuesto anual. Por el momento, los astilleros rusos han completado sólo uno, el "Yuri Dolgoruki", mientras otros dos están en fase de construcción. Además, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, encargó a finales del pasado año que las Fuerzas Armadas recibieran en 2010 más de 30 misiles balísticos de emplazamiento terrestre y marítimo.

Por ello, el jefe de la Armada, Vladímir Visotski, aseguró recientemente que el Bulavá es irremplazable y que los ensayos proseguirán el tiempo que sea necesario hasta que el misil funcione. Visotski, que reconoció la crisis tecnológica que afecta al sector militar naval, aseguró que Rusia retrocedería varias décadas en este terreno y tiraría por la borda miles de millones de dólares si diera la espalda a los Bulavá.

Los R-30 (P3 3M30)Bulavá (SS-NX-30, según la clasificación de la OTAN), versión naval de los SS-27 Tópol, pueden portar hasta diez ojivas y son una de las piezas fundamentales de la tríada nuclear -misiles balísticos, submarinos atómicos y aviones estratégicos-, que el Kremlin se propone reforzar para mantener la paridad nuclear con los Estados Unidos.

Según la nueva doctrina militar rusa aprobada en 2009, Rusia se reserva el derecho a un ataque nuclear en caso de agresión exterior con armas de destrucción masiva en su contra o contra sus aliados.

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